jueves, 7 de mayo de 2009

ARTE










El arte de un pueblo es la afirmación de sus creencias. El arte egipcio es rico y variado, parece tanto en los grandes templos y pirámides como en delicados adornos y amuletos. Las tumbas fueron precisamente los lugares donde arquitectos y escultores lograron sus más grandiosas realizaciones. Al principio se enterraba en túmulos, pero con las primeras dinastías, se empezaron a construir mastabas, tumbas con forma de tronco de pirámides colocadas cerca de las viviendas. Ellas ofrecían mayor resistencia al fuerte viento del desierto. Con el tiempo, algunas mastabas llegaron a tener hasta treinta cámaras funerarias.
A las mastabas sucedieron las pirámides de escalones, edificios resultantes de superponer varias mastabas. Las pirámides son ya el último y más perfeccionado grado de los grandes monumentos funerarios. Su construcción se extendió a lo largo de unos cuatrocientos años. Cada faraón construía su morada para después de la muerte, donde las dimensiones de la pirámide variaban según la duración de los respectivos reinados.
En el Imperio Medio, cuando los faraones eran glorificados como dioses, las tumbas se construyeron en forma de templos a los muertos, los que suelen estar al lado de los templos divinos.
El conjunto de templos de Karnak y Luxor fue la más alta manifestación de la arquitectura grandiosa basada en la columna redonda y el arquitrabe. Numerosas estatuas adornan, tanto los pasillos de acceso como el interior.
El material de construcción de los templos era siempre la piedra, considerada como materia noble, mientras que el adobe se usaba habitualmente para la construcción de viviendas.
La pintura egipcia conoció muchos colores obtenidos del hierro, la malaquita, el yeso y el carbón, entre otros. Cuando se quería decorar un edificio, se recubría la piedra con yeso y sobre él se practicaba la pintura, que después se bañaba en una solución para su conservación.

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